Clase 2. Madre (no hay una) sola

Madre. Un Objeto de extrañeza y transformación

Vamos a empezar por el principio. Por ese principio que nos encontramos cada vez que ocurre algo en nuestras vidas. Ese principio que nos permite volver a pasar por una separación, por extrañar eso extraño que es una madre.
Vamos a explorar también sobre esa extranjería que es la maternidad y esa cosa tan rara que los analistas llamamos deseo de hijo y que mueve nuestras vidas como un deseo de separación.

Clase 2.  Madre (no hay una) sola

Entre el deseo materno como movimiento para ser otra a través de la madre y lo imposible de conocer de la madre, se nos presentó el tema de este encuentro. Los invitamos a interrogar la tensión entre madre, una y sola. Existe en nuestra tradición esa frase que reza “madre hay una sola”. Es tan contundente que los hijos, o sea todos, nos defendemos agregando rápidamente “¡gracias a Dios!” Es así como los hijos hacemos una operación de distancia con esa madre, una y sola. Esa operación se llama “no”, también se llama nombre: en el nombre del Padre, del hijo… y hasta del Espíritu Santo. ¿Qué la nombra a ella? ¿De qué trinidad se sirve para admitir lo que no puede conocer de sí y para reencontrarse siendo otra?

Nuestra época nos ayuda a pensar esta pregunta. Hoy en día hay formas muy diversas de ser madre: existen las madres que tienen pareja, las que no, hay la filiación materna única, hay hijos que llegan gracias a técnicas de fertilización, hay hijos que llegan por el acto de adopción, hay hijos criados por abuelas o por vecinas, con amigas, en tribus o diferentes grupos. Ante esta multiplicidad de maternidades, queremos trabajar con esta pregunta, que vamos a desgranar así:

Madre ¿Hay una?
Cuando son tantas y tan diversas las formas de que la maternidad nos encuentre. Pero también, cuando una madre no es la misma con cada hijo, ni con el mismo hijo en los diferentes nacimientos que le toque vivir. Hay una madre que no es una.
Madre ¿Hay sola?
Cada vez encontramos más la importancia de las redes de lo materno. Son redes que se abren y que, si antes se sostenían del marido y (tras él) la madre de la madre, hoy sabemos que se tejen de modos contingentes e inesperados, pero que se vuelven necesarios. Así y todo, con sus particularidades y diferencias, vamos también a reflexionar acerca de la soledad de lo materno, porque incluso con las mejores redes, lo materno (que no se conoce, que transforma, que no es uno ni sola) es intransferible.

Bibliografía
Giberti, E. (2001) Los hijos de la fertilización asistida. Buenos Aires: Sudamericana