Creemos que al liberarnos de ideales y mandatos, nos sacamos de encima al superyó.
Pero el sufrimiento actual nos muestra que más bien lo despojamos de sus ropajes amorosos para, librado a una exigencia imposible, se ligue a una narcisismo asfixiante. Nos preguntamos cómo se presenta y qué tratamiento podemos ofrecer al sufrimiento del superyó que, habiendo dejado vacante su lugar como heredero del complejo de Edipo, no toma su tajada del síntoma, sino que se asocia a la cara más mortificante del narcisismo.
Al superyó no se le gana, no se lo interpreta “ante el superyó, se tira la toalla”.
Vamos a trabajar la piedad y el perdón como formas de la pérdida y la renuncia, única respuesta ante el superyó.
Y también vamos a explorar la piedad y el perdón, que cuando no son pérdida y renuncia, se pueden volver la peor expresión del superyó.