Sensibilidad y pensamiento ¿Cómo se hace una experiencia?
A veces la vida vuelve a empezar y tenemos la posibilidad de vivir otra vida en nuestra vida. Entonces, ya no sentimos ni pensamos del mismo modo. Esto es lo posible en un análisis. La oportunidad de ser otros
Lo posible no hace que ocurra lo imposible, sino que las cosas no sigan ocurriendo de un modo idéntico.
Vamos a conversar acerca de estas dos formas de la vivencia, para pensar qué clase de experiencia constituyen.
¿Qué experiencia y realidad constituimos a partir de sentir o de pensar?
Vamos a partir de dos afirmaciones:
1) Para que una vivencia constituya realidad y experiencia, tiene que haber pasado. Se trata del tiempo y de la escritura, lo que hacen que algo sea perdido. Quien crea que puede conservar el tiempo, como quien dice ‘tener tiempo para mí’, se asegura que nada le ocurra.
2) La pura sensibilidad nos vuelve francamente insensibles Nadie más ajeno a los otros que quien es gobernado por su sensibilidad. Nuestra sensibilidad suele ser la autorización que nos damos para que nada del otro, ni su dolor, ni su amor, ni su enigma, nos detengan en la consistencia de nuestro delirio.
Esta sensibilidad nos deja sin una orientación sensible en el lazo con otros. Por eso es tan común que personas que se dedican a cultivar su sensibilidad o que se excusan en ella para hacer a su antojo, no tengan reparo en ser los mayores burócratas del lazo, en el trato con los demás