No se abandona facilmente a quien se ama.
Freud contaba con que, a la libertad de la pulsión, la acompañaba esa contingencia que es la fijación. Eso que hace que ya nunca más ese a quién se ama (siempre el sustituto de una perdida) pueda ser cualquiera.
Está es una de las caras del trauma, luego de su marca, ya no se ama más que por el azar del reencuentro y el trabajo del duelo.
Sólo puede abandonar y denunciar ser abandonado quién rechaza la marca del trauma. Quien cree que puede amar sin tomarse el trabajo del duelo y el compromiso de la fijación.
Hoy decimos que a los chicos no los queremos traumar. El desamparo es lo contrario del trauma.
Pobres de aquellos que no han sido traumados. A ellos les queda esa existencia abandónica, amenazada por esa pérdida, por esa diferencia que nunca se admitió.
A falta de esa renuncia que es el trauma, viven traumatizado